EL ITERANTE ALITERANTE
Escrito por: Nicolás Alvarado
Miles de líneas de literas aliteraban literalmente el ambiente. Litis demente la lucha antiliteraria cuando tanta ele lela y tanta te de tela te lanzan al talante aliterante, tantálico (que no tanático), litúrgico (que no letárgico), telúrico (que no letal). ¿Qué tal? ¿Te late? ¡Tantéalo! Tutéalo (el telar) y lame esas literas literarias (son letras; ¿te las alineo?), retoza de lo lindo entre los rutilantes tules (tú les tienes), tan turgentes, tan urgentes, ululantes. Les tienes, digo. Te lucen. Te alumbran. Relumbran. Luego, los sueltas. ¿Suceso? No: es sólo tu seso -soltura y donosura- que suele sustraerse a tanto sibilino, siseante y solitario aliterar. (La cosa, señorito, era alterar, que no iterar.) ¿Lo sustituyes? Sea: soletas, té de tila y el salto es hacia atrás.
Gracias, Polia, por sugerirme el incipit de este ejercicio, con ínfulas de cuento pero, sobre todo, con pretensiones (fallidas, lo sé, pero sinceras) de poema en prosa. ¿Por qué elegí ésta y no otra oración? Muy sencillo: porque nunca he sabido resistirme a un martini… o a una aliteración.
Falta ahora explicar (que no ejemplificar, pues eso ya lo he hecho) qué es una aliteración: “una figura retórica que consiste en la repetición de una letra o un grupo de letras en palabras próximas, para producir un efecto literario, como en ya se oyen los claros clarines (Rubén Darío)”: María Moliner dixit en su dilecto diccionario.
La aliteración estará por siempre ligada a algunos autores gozosos, que han hecho de su uso un fasto y una fiesta, paroxismo y pirotecnia. Aquí les recomiendo algunos de sus libros aliterantes:
Guillermo Cabrera Infante, Tres tristes tigres (Seix Barral) http://www.seix-barral.es/
Rubén Darío, Azul (Alianza) http://www.alianzaeditorial.es/
Luis de Góngora, Soledades (Castalia) http://www.castalia.es/
Miguel Hernández, El rayo que no cesa (Losada) http://www.editoriallosada.com/
Y a ustedes ¿les latiría aliterar?
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