martes, 12 de mayo de 2009

DE CORBATA


Escrito por: Nicolás Alvarado

Quiero decir que de la corbata es de lo que hablaré: es decir de esa corbata -corbata universal y metonímica, corbata que representa a todas las corbatas de México- que el secretario de Salud y la epidemia de influenza parecen querer llevarse de corbata, dizque porque lucirla supone mayores posibilidades de portación de virus.

Dada mi afición por las etimologías, comienzo por ahí: la palabra corbata deriva del gentilicio croata, por haber sido justamente el ejército de Croacia el primero en haber acostumbrado el porte de un pañuelo anudado al cuello para protegerse del frío. Hoy, sin embargo, la corbata no es más un pañuelo sino una prenda harto específica y no tiene la función de calentar la garganta -¿cómo podría hacerlo, dadas su forma y sus dimensiones?- ni, por cierto, ninguna otra. De hecho, en ello reside su encanto: inútil por definición, la corbata significa el único resquicio para la creatividad pura -o para la frivolidad, si se quiere- en el guardarropa masculino; dicho de otro modo, el único criterio para la elección de una corbata es que sea hermosa.

Me gustan mucho las corbatas: llevo casi veinte años coleccionándolas y no me deshago de ellas más que cuando se encuentran al borde de la desintegración. Y pienso seguir llevándolas al cuello porque, como Loret -quien escribiera al respecto en su columna en El Universal-, pienso que el mismo riesgo viral entrañan suéteres, sacos, camisas y trajes (por no hablar de los collares, aretes y mascadas femeninos) y estoy dispuesto a asumirlo nomás porque de plano lo mío no es andar desnudo (y no por pudor o por frío sino porque, en mi caso, hacerlo equivaldría a un atentado estético).

Saludo y admiro las medidas que el gobierno federal y los gobiernos locales han tomado para impedir un contagio masivo de influenza; también pienso, sin embargo, que cuando la prevención deviene paranoia -y me parece que éste es el caso- corremos el riesgo de contraer enfermedades todavía más perniciosas: el abatimiento de la moral y la parálisis social. Así, rectifico el nudo de mi corbata a alegres rayas azul, verde y rosa, me lavo bien las manos, me calo el tapabocas y espero sus comentarios, encorbatados o no.

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